Se llama Bentley y es un gentleman inglés y hombre de mundo, ha vivido en infinidad de sitios, desde Londres hasta Lisboa, pasando por Madrid, por Tánger y veraneando en Mojácar. Habla un perfecto español, con ese acento inconfundible de Fulham.
Viene a vernos, de paso, con su maleta. Viene de Madrid, en tren hasta Algeciras, asegura que es mucho mejor que el avión, y desde allí... el ferry hasta Ceuta y en poco rato ya está en Tetuán. Se sienta, nos cuenta, está en medio de un proyecto precioso, restaurar su casa en la medina. Va a establecerse aquí. Las puertas, la fuente, los arabescos, Fátima que le cuida la casa, el fontanero, el electricista, nos reímos sobre lo que le espera pero coincidimos en la maravilla de casa que tiene, llena de zellige (mosaicos pequeñitos cortados a mano y pintados con tintes naturales). Me enseña unas fotos y puedo ver en ellas la sensibilidad de alguien que lleva toda su vida dedicada al arte. Bentley es marchante de arte. Y como buen artista no deja puntada sin hilo. Sólo tiene 2 habitaciones amuebladas: la biblioteca y su habitación. Veo la mezcla marroquí, inglesa, española....en perfecta harmonía. Su chimenea que no falte, como buen inglés ni las macetas en mitad del patio. Me dice que no se piensa retirar, irá y vendrá a Madrid, en el tren. Allí compra auténtico cheddar inglés y se lo trae para acá. Imprescindibles y simples detalles sin los que sería complicado vivir. Nos habla de su nuevo descubrimiento en la medina, lo que le cambia la vida, a la tienda de la esquina le traen leche recién ordeñada, la pone en la nevera y así la puede tomar con corn flakes, porridge o rice pudding. Fundamental también, es sin pasteurizar, me dice, ninguno de los dos lo vemos como crítico. Echa de menos el bacon inglés, más difícil de encontrar aquí. Imposible, diría. Mira el reloj y se despide...I ve got things to do....es la hora de la siesta....¡me encanta la siesta!me dice, Y luego su taza de té. Bentley, que bien vives¡¡tú sí que sabes lo mejor de aquí y de allí...INSPIRACIÓN Y REALIDAD. EL PROYECTO
La historia viene de muy atrás, como las grandes historias de cada uno. Nos creemos que las historias se forjan en un momento y sin embargo son el fruto de mil momentos de inspiración, conscientes e inconscientes, que duran un segundo pero se instalan para siempre.
La sensación de sostener la vida con mis manos y sonreir mientras me pregunto qué puedo hacer con ella delata mi gran pasión por los proyectos vitales, principalmente aquéllos que contribuyen a algo que tenga que ver con las personas.
Ese revoloteo desordenado sin canalizar ha hecho que a lo largo de los años hayan ido cobrando vida los sueños y hayan irrumpido en mi presente como si siempre hubieran vivido aquí, conmigo.
Mi deseo era montar un hotel con encanto. ¿Acaso no hay lugares en los que el silencio, el olor a piedra, el eco, el agua, el frío o el sol despiertan en uno un algo que está...pero muy adentro? Me pasa en la Alhambra o en un monasterio, también en el mar. Yo quería crear uno de esos espacios en los que las personas vienen a asomarse.
En unas fantásticas vacaciones a Marruecos, decidimos casualmente pasar noche en Tetuán, casualmente también salió a mi paso una casa típica tetuaní que me pareció una maravilla absoluta. Estaba en venta. Preciosa, blanca, con su patio, su jardín, su azotea, su zaguán. Acudió a mi paso y lo desordenó todo cuando ya no la buscaba.
Al cabo de un mes volví, la vi, la paseé, me senté en cada escalón. Para mi tranquilidad me repetí una y otra vez: "¿quizás como inversión sin pensar más allá?". 6 meses más tarde y tras una larga negociación firmaba la escritura y 2 meses después dejaba mi trabajo. ¡Manos a la obra!
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lunes, 10 de junio de 2013
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1 comentario:
No sabía que escribías tan bien. Me recuerda un poco a Elena Fortún la de Celia. ¿La has leído? Me encantan sus libros.
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