INSPIRACIÓN Y REALIDAD. EL PROYECTO

INSPIRACIÓN Y REALIDAD. EL PROYECTO
La historia viene de muy atrás, como las grandes historias de cada uno. Nos creemos que las historias se forjan en un momento y sin embargo son el fruto de mil momentos de inspiración, conscientes e inconscientes, que duran un segundo pero se instalan para siempre.

La sensación de sostener la vida con mis manos y sonreir mientras me pregunto qué puedo hacer con ella delata mi gran pasión por los proyectos vitales, principalmente aquéllos que contribuyen a algo que tenga que ver con las personas.

Ese revoloteo desordenado sin canalizar ha hecho que a lo largo de los años hayan ido cobrando vida los sueños y hayan irrumpido en mi presente como si siempre hubieran vivido aquí, conmigo.

Mi deseo era montar un hotel con encanto. ¿Acaso no hay lugares en los que el silencio, el olor a piedra, el eco, el agua, el frío o el sol despiertan en uno un algo que está...pero muy adentro? Me pasa en la Alhambra o en un monasterio, también en el mar. Yo quería crear uno de esos espacios en los que las personas vienen a asomarse.

En unas fantásticas vacaciones a Marruecos, decidimos casualmente pasar noche en Tetuán, casualmente también salió a mi paso una casa típica tetuaní que me pareció una maravilla absoluta. Estaba en venta. Preciosa, blanca, con su patio, su jardín, su azotea, su zaguán. Acudió a mi paso y lo desordenó todo cuando ya no la buscaba.

Al cabo de un mes volví, la vi, la paseé, me senté en cada escalón. Para mi tranquilidad me repetí una y otra vez: "¿quizás como inversión sin pensar más allá?". 6 meses más tarde y tras una larga negociación firmaba la escritura y 2 meses después dejaba mi trabajo. ¡Manos a la obra!

martes, 11 de agosto de 2009

MORAIRA, LA HABITACIÓN DE LA ESCALERA

Otro nombre para otra habitación: Moraira. Moraira era la dulce y hermosa hija del Bey de Berbería, comprometida desde su infancia al hijo del Rey de Murcia, Calpe Ben Ifach.
Llegados a la edad matrimonial, Moraira salió de las playas de Argel con destino a la costa levantina, residencia de su prometido, que a su vez salía a su encuentro en la isla de Tabarca.
Una tormenta perfecta destruyó ambas armadas y los restos del naufragio quedaron en la orilla, separados, aunque próximos. Con el tiempo la cabeza de él se petrificó convirtiéndose en el peñón de Ifach y la añoranza de la niña se fue fosilizando hasta transformarse en la suave playa de Moraira.
Ambos están separados, pero unidos por el mismo paisaje que los fusiona en el horizonte de levante para toda la eternidad.

1 comentario:

Miguel y Alvaro dijo...

qué bonitas las historias que explicas Maribel!